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En 2013 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) denunciaba en su campaña el impacto de las enfermedades profesionales, las cuales constituyen una auténtica pandemia oculta global.

Según sus datos, la OIT estima en 2,34 millones de muertes/año en de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo, de las cuales 2,02 millones corresponden a enfermedades de origen profesional. Para hacernos una idea de la magnitud de este gran problema, la Organización Mundial de la Salud estima que en 2012 fallecieron 1,6 millones a consecuencia del VIH. Aunque la mortalidad se concentra en países en vías de desarrollo, las estimaciones de mortalidad en la UE del año 2002 apuntan a más de 130.000 muertes por enfermedades relacionadas con el trabajo.

medicosEn  2014, la OIT vuelve a incidir sobre las enfermedades profesionales a través de la campaña: la seguridad y la salud en el uso de productos químicos en el trabajo. En esta ocasión, la OIT denuncia que, aunque no todas las enfermedades profesionales tienen su origen en la exposición a productos químicos, estos contaminantes contribuyen considerablemente a su desarrollo.

Costos de las enfermedades profesionales y relacionadas con el trabajo

Las estimaciones apuntan a que el coste de las enfermedades y accidentes laborales suponen una merma del 4% del PIB mundial entre costos directos e indirectos. En la Unión Europea se estima que el costo de las enfermedades relacionadas con el trabajo asciende, como mínimo, a 145.000 millones de euros al año (aproximadamente el presupuesto de la UE en 2013).

¿Cuál es la situación en España?

En España, el sistema oficial de registro de enfermedades profesionales infravalora el impacto de las enfermedades relacionadas con el trabajo. Las estimaciones, apuntan a que en España se producen cada año alrededor de 16.000 muertes por enfermedades debidas a exposiciones ocurridas en sus lugares de trabajo. La mayoría de estas muertes son atribuibles a tumores malignos, seguidos de enfermedades cardiovasculares.

Estas estimaciones, aun con sus limitaciones y fuentes de error, dejan constancia de la infravaloración de la que son objeto las enfermedades profesionales en nuestra sociedad.

Los datos oficiales de partes cerrados como enfermedad profesional, muestran una tendencia en la evolución de determinadas enfermedades atribuidas a la exposición laboral de agentes químicos que, teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, nos aleja del falso optimismo que dejan traslucir algunas fuentes (véase Ilustración 1)

Aunque se constata descenso en determinadas enfermedades, casos como el de las enfermedades relacionadas con el asbesto, se alinean con las estimaciones que apuntan a que en el año 2029 las muertes causadas por este agente se situarán alrededor de las 500.000 en Europa Occidental.

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Conclusiones

Los datos oficiales no permiten obtener una imagen aproximada de la magnitud del daño que las enfermedades profesionales ejercen sobre la sociedad. Las estimaciones de mortalidad dejan patente que los accidentes son sólo la punta del iceberg de un problema que supone unos costos sociales y económicos elevadísimos.

Pese a que los EPI son el último recurso preventivo, en muchas situaciones son la única medida disponible para atajar los riesgos, y actuar como última barrera de defensa que se interpone entre el riesgo y la salud y seguridad del usuario. Para que la protección ofrecida por los EPI sea eficaz, el proceso de selección debe contar con información y asesoramiento veraz. Además, los EPI adquiridos deberán estar debidamente certificados.

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