Cada vez más productos asociados a la marihuana podrían llenar potencialmente estantes en nuestras farmacias o supermercados. Y solo potencialmente, porque estos productos se mueven en un espacio legalmente indefinido.
El CBD, es un aceite no psicoactivo derivado del cannabis, y un potente agente antioxidante, antiinflamatorio y neuroprotector. Con este principio podemos encontrar cremas, champú e incluso suplementos dietéticos. Pero más allá de estos usos, la marihuana suele ser noticia por sus efectos terapéuticos cuando se usa con fines medicinales.
Hace muy poco Alemania ha permitido que tres pacientes crónicos puedan cultivar su propia marihuana en su domicilio, permitiendo que la innovación y el desarrollo, en este caso no de productos tecnológicos sino dirigida hacia la medicina y la salud, también pueda girar entorno a productos hasta el momento «prohibidos».
Esto sienta un precedente del que se beneficiarán 270 pacientes que ya tenían permitido consumir marihuana para paliar el efecto de dolencias como la esclerosis, el dolor crónico o el glaucoma. Estos pacientes tenían que procurarse la marihuana a precios prohibitivos (de entre seiscientos y mil euros mensuales) y este gasto no estaba cubierto por el seguro médico. El permiso para el autocultivo abre una puerta que hasta ahora el Instituto Federal de Medicamentos y Productos Sanitarios mantenía cerrada porque aseguraban que esta medida podría propiciar el tráfico ilegal.
Lo cierto es que en ciudades como Berlín la posesión de drogas blandas hasta un máximo de treinta gramos es legal, y parece que algo se mueve en las conciencias cuando las condenas y las leyes equiparan a los consumidores de marihuana con criminales. Tras demostrar sobradamente que sus efectos pueden ayudar a tratar determinadas dolencias, y ver que ciudades como Ámsterdam o países como Uruguay están cambiando radicalmente sus políticas de lucha contra el narcotráfico relajando la normativa que tiene que ver con el cannabis, no parece muy lógico endurecer las leyes.
Estados Unidos, con una política que va de lo más restrictivo a lo más permisivo, nos ha sorprendido no hace mucho permitiendo en dos de sus estados el consumo recreativo de marihuana (el consumo medicinal es legal en muchos de sus estados). Ahora, los países europeos podrían estar observando atentamente cómo funciona este nuevo experimento alemán.



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