Una demanda colectiva ha sido presentada en nombre de los padres cuyos hijos menores han descargado una aplicación gratuita, o con precios modestos, de un juego en la Google Play Store.
Resulta que el uso del juego en cuestión generó cargos no autorizados sin el conocimiento o autorización de los padres.
La demanda fue presentada ante la Corte Federal de Distrito para el Distrito Norte de California , y se pone en nombre de todas las personas de los Estados Unidos que sufrieron estos sobrecargos no previstos, por la utilización del juego por sus hijos, generalmente menores de edad y sin un control claro de los posibles dispendios que se produjeran y no indicados en la descarga; supuéstamente realizada por los progenitores.
En concreto, el caso alega que la Google App Store permite a los usuarios navegar y descargar juegos de forma gratuita o con un costo mínimo. Y, entre las miles de aplicaciones que se ofrecen en la Google App Store muchos juegos están dirigidos a los niños. Aunque hay numerosos juegos que se ofrecen de forma gratuita o a un costo simbólico, muchos están diseñados para inducir a la compra de lo que Google denomina «Compras In-App» o «In-App Content» . Estos juegos están diseñados para ser altamente adictivos, y requiere de la compra de «monedas» o «coins», lease «créditos de uso» o lo qeu podríamos denominar como «compra de partidas extra» y «servicios añadidos», para seguir jugando. Algunos juegos, incluso permiten con frecuencia permiten la compra de créditos en grandes cantidades que pueden ser incluso de 100 euros o dólares, según el país claro, o más.
Aunque Google requiere que los usuarios autentifiquen sus cuentas mediante la introducción de una contraseña antes de comprar y / o descargar un juego, o al ir a comprar créditos en el juego, una vez que se introduce la contraseña, Google permite que el usuario de un dispositivo realice compras adicionales en los treinta minutos siguientes sin volver a introducir la contraseña.
[smartads]
Y aquí está por ver, y según la demanda citada, si esta práctica está diseñada para permitir a los niños comprar monedas del juego sin permiso de los padres y sin tener que introducir una contraseña; o en qué se ha fallado y se debe poner cura. Lógicamente, el caso «llevado a mayores», fue a razón de que las compras realizadas se reflejaron directamente en las facturas que recibieron para su pago los padres o tutores y que, presumimos (sin burla) que provocó más de un «Oh! My God!» en muchos domicilios norteamericanos.